3 de septiembre de 2007

Amsterdam

Bueno, visto que tengo muchísimas ideas para este blog empezaré con aquella que ha hecho que exista: mi viaje por Ámsterdam, Bruselas, Brujas y Paris.

De momento voy a hacer una recopilación de impresiones de cada ciudad, procurando ser fiel a mis recuerdos e intentando trasportaros a los distintos lugares que he visitado.

Así pues, el primer lugar al que os llevo de viaje es Ámsterdam.

Lo primero que recuerdo de esta ciudad es su luz grisácea, etérea, vaporosa, causada por un cielo eternamente gris y que aporta una iluminación tenue a toda la ciudad. Es una luz bonita, aunque en las fotografías no se refleja demasiado bien, pero apaga los colores, que relucen con los escasos rayos de sol que consiguen filtrarse en los días de verano. Y es que, contrariamente a mi primer estereotipo, Ámsterdam no es una ciudad gris, sino que esta llena de colores, especialmente en los parques y jardines que adornan la ciudad.

También vuelve a mí la impresión de que lo más espectacular de esta ciudad es… la ciudad en si misma. “En Amsterdam el agua es la señora y la tierra el vasallo, a través de la ciudad hay tantos canales y puentes levadizos como pulseras en el brazo moreno de una mujer gitana.” Felix Marti-Ibañez.


Los canales son los que hacen que la ciudad tenga vida, son como venas por las que, incesantemente, fluye energía, y que ofrecen paseos maravillosos a sus orillas a todo aquel que se dedique a vagar sin rumbo fijo. Están bordados por casas y antiguos almacenes de ladrillos con grandes ventanas y bellísimos parques interiores, como pequeñas perlas escondidas esperando a ser descubiertas.

La gente de Ámsterdam suele ser agradable, aunque mantienen la “distancia prudencial” que caracteriza a los habitantes del norte y que no debe confundirse con frialdad. Otro aspecto muy interesante de sus habitantes es la libertad y tolerancia: en Ámsterdam todo el mundo puede ser tal como es sin ser juzgado, y esto es un punto increíblemente positivo.

Por otro lado, nunca, mires donde mires, puedes dejar de ver al menos una bicicleta, especie de prótesis inseparable de todo habitante de la ciudad durante sus desplazamientos. Para ellas existe un enorme parking cercano a la estación central, en el que cualquiera se perdería, y donde se comprende la amplitud del fenómeno: en Ámsterdam hay unas 700,000 ciclistas (y 750,000 habitantes...)

Espero que os haya gustado la entrada, pronto iré publicando las demás y dejando algunos consejos útiles por si decidís ir a esta maravillosa ciudad.

1 comentario:

KyAlOx dijo...

Qué bonito ** ¡gran descripción! Dios, antes la gente me quitaba las ganas de ir a Ámsterdam porque solo iban por la marihuana, pero ahora...¡quiero ir ya! XD

¡Sigue así! ^^

Est sularis oth mithas

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